Al igual que los conjuros, los símbolos no tienen por sí mismos una capacidad para cambiar las cosas, pero afectan las situaciones por el efecto que producen en los humanos que las ven. Los símbolos no son inherentemente buenos o malos, simplemente se quedan como un símbolo.
Un emblema que represente el Sol, por ejemplo, puede portar un mensaje de afecto, fiabilidad, y el beneficio de una abundante cosecha. Por otro lado puede significar sequía, marchitamiento, y una persistente dominación de la cual los que están en el desierto no pueden escapar. El que los emblemas estén asociados con los resultados, puede inclinar a los humanos a emitir La Llamada cuando están en su presencia. Tal es el caso de muchos emblemas religiosos, donde los símbolos y sus efectos en los humanos impregnan la sociedad humana mas allá de lo que se podría suponer. El bebé contemplando fijamente el biberón lavado y listo para ser llenado esta reaccionando hacia él como un símbolo, anticipando el momento de ser acurrucado y alimentado. El símbolo de la Cruz Roja, por ejemplo incita a emitir La Llamada al Servicio-A-Otros, pues significa cuidado de otros durante tiempos de gran necesidad y trae esos pensamientos a la mente. La esvástica Nazi, que tiene aproximadamente la misma forma, ha llegado a ser un emblema para los que adoptan el elitismo y la crueldad contra los que están fuera del circulo de la elite y trae eso pensamientos a la mente. Por tanto los emblemas crean resultados solo debido a la motivación humana y a las asociaciones mentales.